¡Qué Bueno Que Tenemos Problemas!
La vida es desafiante, ¡qué duda cabe!
Inevitablemente, siempre sucede algo que representa un problema o desafío para nosotros y para quienes nos importan. Un "quiebre", en el lenguaje del Coaching Ontológico.
Además da la impresión que, irónicamente, justo cuando empezamos a sentir que estamos llegando o hemos llegado a lo que Don Beck ha llamado "el Ajuste Alpha", donde las cosas simplemente fluyen, donde las herramientas, habilidades o soluciones con que contamos encajan, perfecta y naturalmente, con los problemas que enfrentamos.
Justo en ese momento pasa algo que nos saca de nuestro balance.
Es lo que los que los psicólogos llaman "disonancia cognitiva", aquella situación donde pensábamos que las cosas eran de una forma y nos damos cuenta de que son de otra, que seguramente todavía no entendemos realmente.
Es en ese momento donde tenemos una gran oportunidad.
Tenemos la posibilidad de decidir rebelarnos y querer que el mundo vuelva a como era antes, lo cual nos puede llevar a una espiral muy negativa, en la que podemos pasar demasiado tiempo y que puede requerir cambios y sacrificios muy grandes para salir de ella.
O decidir tomar el camino del cambio evolucionario, que nos permita salir fortalecidos de la situación que estamos enfrentando.
Para abordar el cambio de esta forma, es importante entender que, como ha identificado el profesor Robert Kegan, de la Universidad de Harvard, "el proceso de desarrollo sucede de mejor forma cuando hay una muy buena combinación entre desafío y apoyo". Es decir, cuando enfrentamos problemas, pero contamos con el apoyo necesario para adquirir las capacidades necesarias para resolverlos.
Por lo tanto, la solución evolucionaria no pasa por disminuir o eliminar los problemas o desafíos, incluso si fuera posible, sino por aumentar el "apoyo", es decir, potenciar nuestras capacidades, habilidades, esquemas mentales, creencias profundas, etc., ya sea por nuestra propia cuenta o con ayuda externa.
Este enfoque dual hacia el desarrollo es fundamental porque, por un lado, cuando en nuestras vidas, o en un ámbito de ellas, solo tenemos desafíos, solo tenemos problemas, la situación se puede volver desesperanzadora pues no vemos cómo vamos a poder salir de ahí. Esa desesperanza, en definitiva, puede implicar que dejamos de esforzarnos y nos resignamos a que "simplemente las cosas son así no más".
Pero, por otra parte, cuando solo tenemos apoyo, cuando nos solucionan todos los problemas externamente o cuando nos dicen que no es necesario esforzarnos para resolver los problemas que enfrentamos, simplemente no hay motivación para el cambio y el desarrollo.
En pocas palabras, el verdadero desarrollo consiste en ser capaces de resolver problemas cada vez mayores y más complejos, no en tener menos problemas o desafíos.
Por eso, el ideal es llegar a una situación donde somos nosotros quienes elegimos cuáles son los problemas que queremos tener, en el sentido de decidir qué desafíos queremos enfrentar y, al hacer eso, elegimos al mismo tiempo cuáles son las capacidades que necesitamos desarrollar para ser efectivos. Ambas van siempre de la mano.
Saludos,
Rodrigo
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