Fieras Domesticadas
Debemos pasar desde la lógica del tiempo dedicado y actividades realizadas a una de resultados generados
Un concepto que siempre me ha perturbado (molestado, en realidad) es el de "Tiempo de la compañía" ("Company time", en inglés), que se refiere al tiempo que deberíamos dedicar, responsablemente, a nuestros empleos, versus nuestro "tiempo libre".
Por supuesto, quizás es solo una expresión más de la tendencia a la rebeldía que he tenido durante toda mi vida (y que se ha manifestado de formas sanas y no tanto, a lo largo del tiempo), pero creo que es un sentimiento que otros también comparten o, al menos, intuyen.
La lógica aquí es que, como parte de nuestro acuerdo de empleo a tiempo completo en una organización, los individuos intercambiamos una cantidad de tiempo por una compensación (sueldo y otros beneficios), sobre la base de una cierta "estabilidad".
Esa cantidad suele estar regulada por la legislación laboral, separando entre la jornada laboral normal y las horas extras, que deberían remunerarse de manera adicional.
Obviamente, esto funciona si operamos en el mercado laboral formal. En el mundo informal las reglas tienen una interpretación mucho más liberal, por decir lo menos.
Sin embargo, ese esquema solo funciona para los trabajadores "asalariados" o lo que en inglés se denominaría "blue collar workers", refiriéndose a que muchas veces los uniformes de trabajo de los operarios en el mundo industrial solían ser de color azul.
Pero no es aplicable a los profesionales, gerentes o personal de confianza de la organización, que en inglés se denominan "white collar workers", a propósito de los cuellos de color blanco que solían utilizar en sus camisas.
Estos trabajadores, dado que tienen un status especial (superior, en teoría), que les permite negociar de manera más igualitaria con la organización (también en teoría), no suelen tener un límite a la cantidad de horas que dedican, o deben dedicar, a su empleo. Simplemente, si el trabajo lo requiere, tienen que estar disponibles.
Da lo mismo si tienen compromisos personales como aniversarios, cumpleaños u otras ocasiones importantes. Si el trabajo llama, hay que estar ahí y responder.
El efecto acumulado a lo largo de los años de esta realidad suele ser que estos profesionales, líderes, gerentes o ejecutivos suelen estar cada vez menos dispuestos a mantener una relación de tiempo completo con su organización empleadora y que haya un interés creciente por tener mayor flexibilidad de tiempo, especialmente a medida que sus necesidades económicas van cambiando.
Es por eso que lo que yo denomino "Fórmula Profesional" se torna cada vez más importante pues, si somos capaces de encontrar una combinación de actividades, laborales y personales, ideal, podremos maximizar nuestra satisfacción y sentido de propósito.
Pero lo que es más importante es que nuestro "pasaporte" o "pasaje" hacia esta nueva realidad, donde manejamos nuestro tiempo personal y profesional, requiere un cambio de foco y actitud de nuestra parte.
Específicamente, debemos pasar desde la lógica del tiempo dedicado y actividades realizadas a una de resultados generados. Desde el esfuerzo involucrado al aporte generado.
Si queremos establecer y mantener relaciones laborales más igualitarias, como mencioné en mi artículo anterior, los profesionales necesitamos enfocarnos en los resultados que generamos, para pararnos desde ahí y negociar (tiempo, compensación, trato, etc.) de manera más igualitaria.
Como comentario al margen, si bien en español hablamos de "cuellos" y no "collares", siempre me ha llamado la atención que, ya sea de color azul o blanco, en una relación laboral a tiempo completo muchas veces terminamos con un "collar" o cadena alrededor de nuestro cuello, como si fuéramos una fiera domesticada.
Por supuesto, es posible que esta sea otra más de mis reacciones rebeldes, pero vale la pena analizarlo.
Saludos,
Rodrigo
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